jueves, 1 de octubre de 2015

Este día en que regresas

Este día en que regresas,
este día de hermosa suerte
mil ruegos piden las horas
antes de hasta mí traerte,
encontraré entre la gente
unos rizos no orientados,
y unos pasos, a este suelo
algo desacostumbrados.
Este día en que regresas,
sin fotos, con tres historias,
en que borras mis memorias
cuando como ayer me besas.
Lo llenaré de sorpresas,
lo guardaré hasta la muerte
lo leeré al no tenerte,
este día en que regresas.

martes, 5 de febrero de 2013

Escalofríos

-nada personal, sólo pensamientos-
 Veo un nuevo ser en tu vientre y observo cómo ciertas hormonas logran anestesiar tu miedo de ser mentora de una nueva existencia, cómo hacen dar media vuelta a tu corazón y comenzar... la dulce espera... del temor de ser incapaz de evitar que ese pequeño y nuevo corazón duela. Esperas los días en que puedas sentir el eco ampliado de sus alegrías y la presión del creciente mar dentro de tus venas, en el que desembocará cada una de sus pequeñas lágrimas.

Es sorprendente el poder que tienen esas hormonas, porque tu propia existencia ya es demasiada cosa y tu estás feliz, orgullosa de ser mujer y esperando ansiosa ese día en el que él, o ella --perdóname, pero lo diré con escalofríos--, nazca y comiences a cultivar su mundo en esta ciudad que sangra, en este año en el que, si el mundo no se acaba, seguirá eterna y lentamente desplomándose. Me alegra que las hormonas realmente te permitan esperar y me alivia profundamente que estés feliz. Me alivia saber que cuando ese nombre tenga voz e intelecto todo va a ser diferente y hermoso.

Perdóname mujer, y espero que no te moleste y que puedas entenderlo, pero a mi realmente me produce escalofríos verte e imaginar a Dios creando ciento ochenta bebés por minuto. No puede ser él quien realmente quiera enviar más seres humanos a este pequeño mundo, porque no hay hormonas que alcancen para esperar tantos, tantos hijos y nuestra pobre madre naturaleza ya está un poco desquiciada.

viernes, 29 de abril de 2011

En efecto

Entre angustias, contraejemplos y atajos
exaltó el agrado una extraña gracia.
Sorpresa eterna, a su luz reacia,
como Adán, de aquel árbol, a sus gajos.

Viejas esencias de café y cebada,
disueltas en amargas confidencias,
el santuario y sus gratas coincidencias,
una blanca ilusión acorralada,

que viéndose ya libre, deslumbrada,
derramó sobre el silencio su vida,
cual dulce melodía perfumada.

Y el cielo descendió al fin enseguida,
la piel ya no fue piel sin esas manos,
del amor que le dio forma a esta vida.

viernes, 22 de enero de 2010

Carta

Sé que tú prestas atención cuando te hablo, incluso creo que has aprendido cosas de mí. Tal vez sólo a entregar las tijeras por el lado correcto, y a decir los números del uno al séis en alemán, pero no está mal. Quisiera poder enseñarte muchas más cosas, quisiera poder protegerte siempre, como lo podíamos hacer hace unos años cuando eras pequeña y me conocías bien a pesar de tu edad y me tomabas como ejemplo. Trato de ser un buen ejemplo pero tú lo has sido mejor para mí. Me encanta como eres, sería muy aburrido si fueras como yo te imaginaba cuando crecieras: como yo. Tú le hablas a la gente, encuentras gracia en tantas cosas, tú misma irradias gracia, eres hermosa, eres la mejor compañía, eres detallista. Me gusta saber que soy la persona que más te conoce, es como bonito conocer a alguien desde el día en que nació. Ese día, cuando yo tenía nueve, en el que me dieron la doble buena noticia: 'ya nació, y es una niña', sí, puedo decir que fue uno de los más felices de mi vida. No tardaste mucho en angustiarme llevándote toda la atención que tenía yo en ese momento. Me dieron esos celos y no me gustó el nombre que te pusieron, ahora pienso que si tuviera una hija, y de no ser porque la tía tendría su mismo nombre, la llamaría Sofía.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Un minuto al silencio

Para dejar por fin de escribir al amor
e invocar a mi más allegado enemigo,
al silencio que abraza y golpea, que mata,
anestesia de estruendos por hondas miradas.
Silencio que llora, lágrima que clama,
sombra que susurra, beso que declama.
él desnuda el tiempo y reviste la calma,
él, perfecto refugio del grito del alma.
Hoy tu imagen fue cómplice de este silencio,
hoy la voz de tus ojos despertó mi sueño
tus palabras acordes de mis pensamientos
que callados te admiran, que de ti han sido presos.
Tal vez intenté no escribir al amor,
tal vez eres dueño hoy también del silencio.

martes, 3 de noviembre de 2009

Momento de fe

Extiende tus alas y sujeta de la mano a nuestras almas, permíteles ver algo que no hayan visto, permíteles contemplar la grandeza que hay en ti. Muéstrales lo que hay mas allá del horizonte, allá donde reina la paz que viene únicamente de ti. Sé tú el viento que nos permita despegar de este suelo de temor, dolor y tristeza en el que nos hemos querido quedar sin poder mirar hacia arriba, aferrados a la idea de que no hay mas remedio. Permítenos un día echar un vistazo, siquiera con la imaginación, a un pedacito de tu infinito reino. Quita tú esos falsos escalones que tratamos de construir para tratar de ver el panorama como tú lo ves o con la capacidad de juzgar tu santa y perfecta voluntad. Haznos humildes y ayúdanos a comprender mejor, no tus designios sino nuestra condición humana, para saber tomar riendas de nuestros juicios. Toma los corazones afligidos, sé tú el delicado y transparente hilo que cierre esas heridas sin dejar rastro. Permítenos deleitarnos en la armonía de todo cuanto tu tocas, y cerrar nuestros ojos para ver los tuyos, esos ojos puros y hermosos.

viernes, 30 de octubre de 2009

Insomnio perpetuo

Merece el cansancio la porción de libertad que siempre habrías elegido y la devoras de un bocado sin percibir su aroma. Una vez más ganó el instinto y podrías volar si quisieras pero no lo sabes. Ahora, entre una frágil y desfigurada versión de la realidad que profesas, ves esa silueta, allí en donde no volverás a verla jamás, luego ese rostro, esas manos y esa voz, eco de tus anhelos, mientras te empapan aquellas lágrimas que nunca dejarán de humedecer tu conciencia. Se transforma la textura de tu lecho en las paredes de tus recuerdos y el extracto de tu deseo, antes de rozar tu paladar, en la sustancia asfixiante de tus miedos. Transcurren siete segundos y ves que todo está bien en esta tierra que desaparecerá sin que la reconozcas, y serás nuevamente criatura del mundo.