martes, 5 de febrero de 2013

Escalofríos

-nada personal, sólo pensamientos-
 Veo un nuevo ser en tu vientre y observo cómo ciertas hormonas logran anestesiar tu miedo de ser mentora de una nueva existencia, cómo hacen dar media vuelta a tu corazón y comenzar... la dulce espera... del temor de ser incapaz de evitar que ese pequeño y nuevo corazón duela. Esperas los días en que puedas sentir el eco ampliado de sus alegrías y la presión del creciente mar dentro de tus venas, en el que desembocará cada una de sus pequeñas lágrimas.

Es sorprendente el poder que tienen esas hormonas, porque tu propia existencia ya es demasiada cosa y tu estás feliz, orgullosa de ser mujer y esperando ansiosa ese día en el que él, o ella --perdóname, pero lo diré con escalofríos--, nazca y comiences a cultivar su mundo en esta ciudad que sangra, en este año en el que, si el mundo no se acaba, seguirá eterna y lentamente desplomándose. Me alegra que las hormonas realmente te permitan esperar y me alivia profundamente que estés feliz. Me alivia saber que cuando ese nombre tenga voz e intelecto todo va a ser diferente y hermoso.

Perdóname mujer, y espero que no te moleste y que puedas entenderlo, pero a mi realmente me produce escalofríos verte e imaginar a Dios creando ciento ochenta bebés por minuto. No puede ser él quien realmente quiera enviar más seres humanos a este pequeño mundo, porque no hay hormonas que alcancen para esperar tantos, tantos hijos y nuestra pobre madre naturaleza ya está un poco desquiciada.