martes, 3 de noviembre de 2009

Momento de fe

Extiende tus alas y sujeta de la mano a nuestras almas, permíteles ver algo que no hayan visto, permíteles contemplar la grandeza que hay en ti. Muéstrales lo que hay mas allá del horizonte, allá donde reina la paz que viene únicamente de ti. Sé tú el viento que nos permita despegar de este suelo de temor, dolor y tristeza en el que nos hemos querido quedar sin poder mirar hacia arriba, aferrados a la idea de que no hay mas remedio. Permítenos un día echar un vistazo, siquiera con la imaginación, a un pedacito de tu infinito reino. Quita tú esos falsos escalones que tratamos de construir para tratar de ver el panorama como tú lo ves o con la capacidad de juzgar tu santa y perfecta voluntad. Haznos humildes y ayúdanos a comprender mejor, no tus designios sino nuestra condición humana, para saber tomar riendas de nuestros juicios. Toma los corazones afligidos, sé tú el delicado y transparente hilo que cierre esas heridas sin dejar rastro. Permítenos deleitarnos en la armonía de todo cuanto tu tocas, y cerrar nuestros ojos para ver los tuyos, esos ojos puros y hermosos.

1 comentario:

  1. ¡¿Qué sería de nosotros, dolientes humanos, sin los peldaños sobre los que recostamos nuestras esperanzas?!

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