viernes, 30 de octubre de 2009

Insomnio perpetuo

Merece el cansancio la porción de libertad que siempre habrías elegido y la devoras de un bocado sin percibir su aroma. Una vez más ganó el instinto y podrías volar si quisieras pero no lo sabes. Ahora, entre una frágil y desfigurada versión de la realidad que profesas, ves esa silueta, allí en donde no volverás a verla jamás, luego ese rostro, esas manos y esa voz, eco de tus anhelos, mientras te empapan aquellas lágrimas que nunca dejarán de humedecer tu conciencia. Se transforma la textura de tu lecho en las paredes de tus recuerdos y el extracto de tu deseo, antes de rozar tu paladar, en la sustancia asfixiante de tus miedos. Transcurren siete segundos y ves que todo está bien en esta tierra que desaparecerá sin que la reconozcas, y serás nuevamente criatura del mundo.

3 comentarios:

  1. Excelente escrito!!!

    El instinto que apaciguamos en las pantanosas aguas de la racionalidad es, en la mayoría de los casos, quien nos invita a palpar la lote del jardín del edén que nos pertenece…

    Un abrazo

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  2. Gracias!! por la motivación, mi apreciado veintiúnico lector ;)

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  3. Seguramente son más lectores pero son pocos los que se atreven a opinar... en mi blog, por ejemplo, tengo 63.761 visitas y sólo me han hecho 436 comentarios (los demás son mis respuestas o ping back).

    Reitero mi respeto por la calidad del escrito...

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